Turismo de interior Segovia

España y de interés turístico internacional

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Los encierros de Cuéllar son la única manifestación de las que se dan al cabo del año en el territorio segoviano que, al menos hasta la fecha, cuenta con la declaración de Interés Turístico Internacional. Una figura que llegó con la resolución del 23 de febrero de 2018, por parte del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio.

Encierros que pasan por ser los más antiguos de España, puesto que en 1215, el obispo de Segovia convocó un sínodo, para abordar los problemas de la diócesis con laicos de Cuéllar, Coca, Sepúlveda y Pedraza. De ese sínodo salieron regulaciones sobre el comportamiento y la vida del clero. En ellas, se alude a los juegos de dados, pero también a la asistencia a los juegos de toros, que supondría suspensión de su ministerio. Más adelante, en el siglo XIV, la esposa de Juan I de Castilla, Leonor, recibe como señora de Cuéllar las quejas de los hidalgos y pecheros de la villa. En su respuesta, la reina habla de la costumbre inmemorial de encerrar toros en Cuéllar. Posteriormente, Beltrán de la Cueva, primer duque de Alburquerque, ratifica todo lo anterior.

Por otro lado, el archivo histórico de la villa mudéjar conserva documentos que, desde 1405, hacen referencia a festejos con toros. Asimismo, los Acuerdos del Regimiento contemplan ya en 1484 la orden del pago de toros a dos personas diferentes. Referencias que se convierten en constantes a partir de ese año. Se trata de acuerdos, fundamentalmente, relacionados con las fiestas de San Juan y del Corpus, aunque también se corrían toros por otros acontecimientos especiales, tales como el nacimiento de elgún heredero de la Casa de Alburquerque, la visita de los señores a la villa o la celebración del fin de alguna epidemia.

A todos esos datos se suma el hecho de que en 1999 se celebró el quinto centenario de laOrdenanza Reguladora de los Encierros de Cuéllar. Constituye la primera regulación escrita que se conserva actualmente. Se trata de la XVII ley de las dadas en 1499 a la villa de Cuéllar y su tierra por el segundo duque de Alburquerque, Francisco Fernández de la Cueva.

“Que por el daño que se hizieren con los toros quando se encierra non aya manquadras ni otra pena. Muchas veces acaece quando se encierran toros en esta villa que fin culpa delos que traen se face daño en panes o viñas: o otras cosas por los dichos toros o por los ganados que conellos vienen. Hordenamos que cuando lo tal acaeciere non se fagan manquadras alos dichos toros ni alos ganados que conellos vinieren ni se lieve otra pena alguna alos que truxeren”.

Regula la consecuencia habitual del traslado de los ejemplares hasta la villa: a los pastores y ganaderos se les escapan y los toros entraban en los sembrados. La mencionada ley dispone que esas personas no son culpables de los destrozos y por ello no tienen que pagar multa alguna. Es más, los dueños de las tierras no tienen derecho a percibir ni reclamar compensación económica alguna.

Posible relación con los Sanfermines de Pamplona
Toda una tradición que llega hasta la actualidad, en pleno siglo XXI, aunque con claras diferencias respecto a los encierros que gozan de una repercusión mayor: los de Pamplona, que se desarrollan en el seno de las fiestas de San Fermín. En el caso cuellarano, la salida de los corrales se da cerca del río Cega, en pleno campo. Tiene lugar a las ocho de la mañana y ahí se inicia un recorrido de cinco kilómetros por campos, pinares y tierras de labor, en el que un grupo de caballistas conduce a la manada integrada por cabestros y bravos.

Aproximadamente a las nueve y media de la mañana, el encierro llega a Cuéllar, accediendo por la zona conocida como ‘El Embudo’, donde comienza el tramo urbano del encierro, de un kilómetro y medio. Concluye en la plaza de toros, aunque en tiempos remotos el fin era la Plaza Mayor de la villa. En 1921 se fijó que las fiestas en honor de la Virgen del Rosario, y por tanto los encierros, tuvieran lugar en torno al último domingo de agosto. Anteriormente, se celebraban a comienzos de julio, coincidiendo con los Sanfermines.

De hecho, hay historiadores que fijan la celebración navarra como heredera de la tradición que ya estaba implantada en Cuéllar. Para ello, se basan en que, en el siglo XV; el Señorío de Cuéllar perteneció por dos veces a don Juan, rey de Navarra. En concreto, de 1416 a 1430 y de 1439 a 1444, con el consecuente trasiego de gentes, caballeros y servidumbre entre ambos lugares del mismo señor. Con ellos, viajarían también usos, costumbres… y fiestas.

Más adelante, en 1525, el tercer duque de Alburquerque, Beltrán de la Cueva, fue nombrado virrey de Navarra, por lo que nuevamente pudo darse flujo de gentes y costumbres. No en vano, el virrey emprendió varias campañas en la zona pirenaica y en territorio francés. Naturalmente, son hipótesis, pero que parecen acercar las manifestaciones pamplonesa y cuellarana, relacionadas con los encierros taurinos.