Programación de Semana Santa de Cuellar

Semana Santa 2022

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La VILLA SEGOVIANA DE Cuéllar, citania de la Celtiberia prerromana, se conformó, durante la Edad Media castellana, como un pujante Concejo, cabeza de una Comunidad de Villa y Tierra que comprende, hasta hoy día, a más de treinta y seis pueblos de las provincias de Segovia y Valladolid.

Declarada Conjunto histórico, ofrece al visitante un singular recorrido urbano, plagado de  plazas, fuentes y casonas blasonadas,  de manifiesto aspecto medieval, renacentista y decimonónico, espacio extendido en la amplia falda de una colina presidida por el castillo-palacio de los Cueva, Duques de Alburquerque, castillo del que arrancan los muros de su doble recinto de murallas, del que sobresalen, también, las torres de sus iglesias y los bellos ábsides de las mismas, afiligranado conjunto del estilo románico-mudéjar, quizá el más significado de Castilla y León.

Amantes de sus ancestrales  costumbres populares, los cuellaranos hacen especial manifestación de fe y de tradición, en las celebraciones de la Semana Santa, Semana Santa que se vuelca por sus calles y entornos, con derroche de piedad y conmovedora plasmación artística.

 

El Sábado de Dolores, la imagen de Nuestra Señora de la Compasión, acompañada de la representación de todas las Cofradías, hace su salida de la Residencia de mayores del Alamillo, para volver al mismo lugar, tras hacer un bello recorrido a los pies del Castillo, junto a la pétrea Cruz renacentista de Santo Domingo.

 

El Domingo de Ramos, se concentran todas las cofradías, con sus enseñas y estandartes, para acompañar el “paso” de la Borriquilla, desde el templo barroco del Convento de la Concepción, hasta la Plaza Mayor, y su entrada en la iglesia parroquial de San Miguel. El pueblo en masa, autoridades y el ameno acompañamiento de la música de la Banda municipal, hacen de la jornada un día de especial alegría y emocionante celebración.

 

El Lunes Santo, la Cofradía de la Vera Cruz, última en incorporarse a los actos procesionales, acompaña al cristo románico apelado “de la Encina” desde la iglesia de San Andrés (bien de interés cultural), por el silencioso marco urbano del casco histórico intramuros, que, entre luces y sombras, discurre por las populares calles del Palacio, Estudio, Duque de Alburquerque, Morería y Plaza Mayor. Terminando el recorrido en la iglesia parroquial de San Miguel

 

El Miércoles Santo, portado por cofrades de la Junta de Cofradías, alternado en años, el Cristo protobarroco de Santa María de la Cuesta del taller de Pedro de Bolduque, de últimos del siglo XVI, protagoniza el recorrido del Viacrucis, con acompañamiento popular, desde la Iglesia de San Salvador (extramuros de la Villa), hasta la de San Miguel, en la Plaza Mayor. En alternancia anual, el Viacrucis hace  el recorrido desde la iglesia de San Andrés, hasta la de San Miguel.

 

El Jueves Santo, a la caída de la tarde, desde el renacentista patio del palacio ducal, arranca la procesión que se inicia con la Cruz desnuda de nuestro Padre Jesús el Nazareno, a la que siguen las imágenes de la Oración en el Huerto (siglos XVII-XVIII), el encuentro con la Verónica, bello conjunto del siglo pasado procedente de los talleres de Olot, y en último lugar, el Cristo gótico de San Gil, por el que se siente especial devoción en la iglesia de San Andrés, donde se venera. Los “pasos”, se derraman entre cofrades  penitentes de capirotes y distintos hábitos procesionales, y una silenciosa multitud que sigue tras los pasos o acompañan en su recorrido, por el centro del casco histórico, en el que se generan bellas estampas cuando se cruzan los arcos de San Martín, las murallas de la ciudadela, la capilla del Hospital de la Magdalena y el arco de San Andrés, hasta cerrar su recorrido en la iglesia mudéjar de San Andrés.

 

El Viernes Santo, la singularidad de la Semana Santa cuellarana, se centra en el doble recorrido de su inicio, parte, desde la Plaza de la Soledad, extramuros de la Villa, y parte desde la iglesia de San Esteban, intramuros de la misma.

La imagen de nuestro Padre, Jesús, el Nazareno (siglos XVI-XVII), imagen procesional, que, aunque de bulto redondo, se concibió para revestir, muestra la originalidad de portar la cruz en su hombro derecho , es una de las imágenes con mayor presencia en las centenarias procesiones penitenciales cuellaranas; la imagen, en engalanada carroza, realiza un largo recorrido desde el templo del Monasterio de Santa Clara hasta la Plaza de San Francisco, desde donde se unirá al resto de imágenes de la procesión, hasta su final.

El “paso” del Calvario, cuyo Cristo barroco ya se encontraba en la iglesia de San Miguel a principios del siglo XVII, se incorpora también en este punto, procedente de la capilla gótica de Santo Tomé.

Tras estos dos pasos, llega, procedente del que fue templo de san Francisco, la imagen de la Virgen de la Soledad, bajo palio y en andas que portan sus cofrades talla de caballete, salida de las escuelas barrocas madrileñas, generadas a partir del escultor Gaspar Becerra.

Al mismo tiempo, particularidad de las procesiones penitenciales cuellaranas, han salido de la iglesia románico-mudéjar de San Esteban, las imágenes, con sus respectivos cofrades, de la Verónica, que es talla para vestir, de medio bulto redondo, fechada en siglo XVII; también el Cristo atado a la columna, imagen procesional, de gran mérito, que salió  de la gubia del escultor Pedro de Bolduque, cabeza de un importante taller en la Villa, a últimos del siglo XVI.

A continuación, procesiona  la imagen de la Virgen Dolorosa, del siglo XVII-XVIII, de compostura que imita a las del renombrado imaginero, Juan de Juni, que exhibe una muy  bella policromía y acentuado dramatismo; sigue en la procesión, el paso del Cristo Yacente o del Santo Entierro, portado a hombros, imagen de la escuela de Gregorio Fernández, de brazos articulados que permitían, a los frailes franciscanos, desde el siglo XVII, hasta su exclaustración, ejecutar su “Descendimiento”, para iniciar la procesión del Santo Entierro. La pesada urna en que yace este Cristo, es de estilo “imperio” del siglo XIX.

Es especialmente emocionante cuando sucede el encuentro de los pasos de la Virgen de la Soledad y del Cristo Yacente, en la plaza de San Francisco, en que el paso de la Virgen, hace reverencias ante el Cristo muerto.

Desde este punto, la procesión hace su recorrido por las calles céntricas de la Villa moderna, para adentrarse después, de nuevo, por las calles retuertas del barrio del Salvador, del barrio de Santa María de la Cuesta y llegar a la Plaza Mayor por la recoleta calle de Santa Marina, donde finaliza la Procesión del Viernes Santo.

El Domingo de Resurrección, de nuevo, una doble procesión concluye en la Plaza Mayor. La imagen del Resucitado, una de las últimas incorporadas a las procesiones, sale de la iglesia del Salvador, acompañada por las cofradías de Nuestro Padre Jesús, el Nazareno, y por la del Calvario y otras, para acceder a la Plaza Mayor a través de las calles del Barrio del Salvador y Santa María de la Cuesta y ya, intramuros del casco histórico, por la calle de Santa Marina. A su vez, la imagen de la Virgen de la Soledad, sale de la Plaza de su nombre, para llegar a la Plaza Mayor, por las calles del casco histórico, Carchena y Santa Cruz.

Una vez afrontados los dos pasos, los costaleros, realizan el saludo mutuo entre la Madre y el Resucitado, en medio del volteo de campanas, y la suelta de palomas que sucede ante la caída del velo de luto de la imagen de la Virgen de la Soledad. Momento emotivo aplaudido por todos los cofrades y público asistente, que llegan a sumar más de dos mil personas.

Con ello se da por concluido el programa procesional de la Semana Santa cuellarana.

Son más de mil los cofrades que se aglutinan en las diversas cofradías, y varios miles los devotos expectantes que acompañan al paso de las diversas procesiones, en el marco sugestivo del conjunto histórico cuellarano, con la comparsa de timbales, cornetas y clarines, dulzainas y tambores y el sonido de luto que aporta, con sus temas  procesionales, la Banda municipal.

Ahora, la Junta de Cofradías de la Villa de Cuéllar, ha puesto su esfuerzo e ilusión, en que le sea reconocida, a la Semana Santa cuellarana, la concesión, por parte de la Junta de Castilla y León,  de algo que creen merecido para toda la población, la declaración y reconocimiento  de su Semana Santa como de Interés Turístico Regional.