Comienza la Semana Santa en Ávila con la Procesión Vía Matris con las imágenes del Santísimo Cristo de los Afligidos y Nuestra Señora de la Paz . La salida y la primera lectura se produce en el interior de la Iglesia de la Santa, casa natal de Santa Teresa de Jesús el resto en la plaza que lleva su nombre.
- Lugar de Salida: Convento de Santa Teresa
- Hora de comienzo de lecturas : 20:45
- Inicio de la procesión : después de las lecturas en la Plaza de la Santa
Recorrido: Iglesia de la Santa, Plaza de la Santa, Madre Soledad, Plaza Corral de las Campanas, Los Cepedas, Plaza del Rastro, Caballeros, Martín Carramolino, Iglesia de San Juan ( visita a la Hermandad de Nuestra Señora de la Esperanza) , Sancho Dávila, Plaza Corral de las Campanas, Madre Soledad, Plaza de la Santa , Iglesia de la Santa.
La cofradía del Santísimo Cristo de los Afligidos es la encargada de la organización de esta sobria procesión que se inicia con las siete lecturas , reflexiones sobre los siete dolores de la Virgen María en la Pasión y Muerte de su Hijo.
La profecía del Justo Simeón:
Cuando –según la ley de Moisés- se cumplieron los días de la purificación, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor. Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso; esperaba la redención de Israel ; y el Espíritu Santo estaba en él. Simeón los bendijo y dijo a María, su Madre: “Mira, este Niño está puesto para ruina y salvación de muchos en Israel y para ser señal de contradicción a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones; ¡y a Ti misma una espada te atravesará el alma!”. (Lc 2, 22. 25. 34-35)
La Huída a Egipto:
Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».
José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. (Mt. 2, 13-14)
El Niño Jesús se queda en el Templo de Jerusalén:
Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo su padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca. Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando». El les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. (Lc. 2, 41-50)
María encuentra a Jesús con la cruz camino al Calvario:
Cuando llevaban a Jesús para crucificarlo, detuvieron a un tal Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la Cruz para que la llevara detrás de Jesús. Lo seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por Él. Jesús, volviéndose a ellas, dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloren por Mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos.” (Lc 23, 26-28)
María es testigo de la crucifixión y muerte de Jesús
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. (Jn. 19, 25-27)
María recibe el cuerpo sin vida de su Hijo, bajado de la cruz
Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús, y fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato ordenó que se lo entregaran. Entonces José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo que se había hecho cavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, y se fue. María Magdalena y la otra María estaban sentadas frente al sepulcro. (Mt. 27, 57-61)
La sepultura de Jesús y la soledad de María
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. Fueron, pues, y retiraron su cuerpo. En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado. Allí, pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús. (Jn. 19, 38, 41-42)